FLINGAR IMPERIALIS

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Los nuevos tanques de vapor de Flingar (Könislav MK4)

 En su popular pero misterioso (por lo carente de fuentes y citas) compendio élfico “Lapyi Impyit”, traducido en una versión posterior anónima que llega hasta nuestros días como “Historiae Imperium”, o Historia del Imperio; el historiador Élfico Bercalion (quien fue amigo del comandante élfico Erummelmo, de los Elfos de Tyrion) comenta cómo en cierta fecha llega a Flingar Imperialis un ingeniero venido desde tierras lejanas. Cuenta que avanzaba en una estrafalaria caravana de vehículos impulsados por vapor que contaba con “no menos de nueve veces nueve carromatos”, lo cual es una obvia exageración (muy raro proviniendo de un elfo), pero da una idea de gran caravana. Se sabe que llegaron una fría mañana de invierno, y que al entrar a las fronteras imperiales recibieron permiso para armar campamento en las afueras de Flingar.



Un pequeño contingente avanzó en un extraño carruaje con muchas chimeneas; según el elfo Bercalion era un vehiculo estilizado y elegante, a la vez que fuerte y sólido; de allí bajó un enano que dijo ser parte de la caravana itinerante del Ingeniero en Jefe Emilius Casaretus; y que junto con ellos viajaban ingenieros, mecanicos, herreros y forjadores de diversas razas; habia incluso orcos, goblins y algunos humanos. Iban recorriendo el mundo en busca de viejas ruinas enanas de donde estudiar maquinas arcaicas. Buscaban maquinas y motores legendarios, y se esmeraban en copiarlos y adaptarlos al mundo moderno.



Tras oír todo esto el Oberkommando de Flingar en persona les dio una audiencia. El propio elfo Bercalion estuvo presente en dicha audiencia, en calidad de delegado de los Elfos de Tyrion que habían partido ya con el grueso de sus filas hacia los Puertos Grises; pero algunos rezagados aun quedaban en el Imperio. Sobre Casaretus, escribió: “era un hombrecillo de mirada afable y gestos suaves, gustaba de reír aunque mesuradamente; el brillo de la inteligencia estaba en sus ojos”. Se sabe que el Oberkommando le pidió a este Ingeniero inusual un arma nueva. Le explicó que los tanques MK2 y MK3 eran excelentes, pero caros. Fabricar cada uno de esos monstruos llevaba a la industria bélica flingardiana al límite, y usaba muchas toneladas de un metal que era cada vez más escaso. Además sus delicados sistemas podían fallar justo antes de la batalla, y así su participación en la misma se perdía. Usaban cuantioso combustible para sus calderas de vapor, y la pérdida de uno de estos colosos era un durísimo revés para Flingar. Casaretus pensó un momento y ofreció primero cambiar los motores de los MK3 por algo mas eficiente y económico; pero luego de un rato de secretear con un grupo de enanos que lo acompañaban, mandó a uno de ellos a buscar algo a la caravana; pronto éste apareció con algunos libros y planos; toda una tarde discutieron entonces los ingenieros más prominentes de Flingar, Emilius Casaretus y sus mecánicos enanos; el Oberkommando todo lo miró en silencio. Luego, sonrió, y aprobó el proyecto.




Durante un mes entero trabajaron las huestes de Casaretus; construyeron para ello un galpón en medio de su caravana-campamento; allí los orcos montaron forjas improvisadas y los enanos recibieron pedidos de metales pesados, y densos nubarrones de humo negro podían verse todo el tiempo; trabajaron afanosamente día y noche en total secretismo. Finalmente, montaron una prueba al aire libre en las verdes praderas al sur de la ciudad. Con la plana mayor del gobierno flingardiano presente, Casaretus mismo presentó el resultado de tanta labor. Se trataba de un vehiculo pequeño, diseñado para ser usado por un solo tripulante; sus dimensiones eran reducidas y montaba un cañoncito en su torreta superior; la parte inferior era la caldera de vapor; su rasgo más distintivo era tener ruedas delanteras mucho mas grandes que las traseras; estas últimas rematadas en dos grandes pistones. El tamaño, sin embargo, no convenció en un principio a los flingardianos quienes estaban acostumbrados a la grandeza y extravagancia, y les pareció que el vehiculo propuesto era poco potente.

No obstante las pruebas fueron muy satisfactorias, los pequeños carros eran veloces y eficaces, negociaban terreno con facilidad y su andar era rápido y confiable; podían disparar desde lejos y también cargar al enemigo (gracias a filosos pinchos y sierras mecánicas colocadas en su parte delantera) y su consumo de combustible era mínimo. También contaban con motores sencillos poco proclives a fallar (según Casaretus, llevaban una versión modificada y miniaturizada de un viejo motor para zepelines hallado en las ruinas de un asentamiento enano). Lo más revolucionario, no obstante, era la doctrina: en vez de confiar todo a un solo vehiculo, se dividía la tarea en unidades de 3 o incluso 6 de estos mini tanques. De esta forma por más que uno fallara o fuera destruido el resto seguiría cumpliendo la misión; también esto acarreaba otra importante ventaja: la facilidad para intercambiar las piezas luego de la batalla, de esta forma de varios vehículos inoperativos se podían sacar alguno andando. La carga conjunta de 3 o 6 de estas tanquetas ligeras convenció a los imperiales y la producción comenzó de inmediato. La designación oficial del vehiculo fue Tanque de Vapor Miniaturizado MK4 (sus tripulaciones simplemente los llamarían MK4).


De estos asuntos no se habla más en el “Lapyi Impyit”, del elfo Bercalion. Sin embargo, hay muchas crónicas (algunas incluso muy respetables, como La Era del Motor a Vapor, del flingardiano Otto Hokkelberg) en donde se da cuenta de los logros de estas pequeñas tanquetas al ser integradas en la doctrina militar de Flingar. Su menor consumo de recursos permitió una mejor distribución de los mismos; no era infrecuente que en el día una unidad de tanquetas luchara en un frente por la mañana y luego avanzara rápidamente para apoyar a otro ejército imperial por la tarde. La velocidad y fiabilidad de estos pequeños tanques contribuyó en mucho al engrandecimiento de Flingar.






Sobre Casaretus, se sabe poco de sus andanzas, y muy esporádicamente. Se toma como cierto que visitó Flingar en al menos dos ocasiones más, pero puede suponerse que siempre hubo un contacto entre el ingeniero viajero y la ciudad de Flingar; hay ciertos pergaminos mohosos hallados en la colección de tesoros de un rey Skaven, en las profundidades de las Mil Cavernas, que narran algunas de las aventuras de Casarettus y su trouppe siempre en busca de maquinas del pasado y aventuras; en una ocasión reactivaron un viejo sistema defensivo en lo más profundo de las Montañas Abisales, y una legión de golems y constructos mágicos los persiguió por las galerías ruinosas durante días y otro pintoresco episodio narra cómo Casarettus estuvo presente y ayudó con sus invenciones a un clan goblin en los bosques de Galahir. Pero de estas y otras cosas se hablará mas adelante.